Volé con Ryan Air por primera vez hace un año, un Madrid – Tenerife un día de junio hacia las 8 de la tarde.
Con Norwegian ha sido esta semana pasada, un Bilbao – Tenerife – Madrid, la ida a media mañana y la vuelta a la hora de los lobos: despegue a las 6:45, todos anestesiados. Los maravillosos vuelos low-cost.
Reconozco que me sentía extraño por no haber volado nunca con Ryan Air, aunque no me apetecía nada.
Probablemente algún intento que hice hace años de reservar un vuelo a 5 euros, que terminaban siendo 78 euros, me dejó mal sabor de boca. Me sentía muy cómodo volando con Vueling, Easyjet (me encanta!) o Iberia. Los precios son transparentes y, ya se sabe, los Revenue Managers de las compañías aéreas arrancan con precios bajos y según van llenando los precios van subiendo.
Se trataba de intentar reservar con antelación, o aprovechar esas ofertas puntuales que duran 48 horas o un black friday.
El vuelo de Ryan Air a Tenerife en junio era como ir a Lidl: clientes/pasajeros de decenas de nacionalidades: británicos, rusos, italianos, …, incluso españoles.
Muchos niños y jóvenes y mucha animación, que se fue tranquilizando a medida que pasaban las casi tres horas de vuelo.
Me sorprendió agradablemente el avión, muy nuevo, muy amarillo, aunque los asientos no se podían reclinar nada de nada.
Mucho movimiento de l@s TCPs (Tripulantes de Cabina de Pasajeros), entre nosotros azafat@s vendiendo de todo. No hay que olvidar que Ryan Air factura por asientos sólo el 60% de la facturación total, y el resto en otros servicios, comisiones de reservas de hoteles, alquileres de coches, venta a bordo, …
Reconozco que tampoco me gusta el estilo de su CEO y sus excentricidades mediáticas o profesionales. Para ir de su casa a la oficina en Dublin, conduce su propio taxi (tiene licencia y un taxi, claro) para ir por el carril bus-taxi y saltarse a los demás mortales.
También ha habido unas cuantas emergencias de aterrizaje por, según decían los medios de comunicación, ir justos de combustible, aunque no me consta que tengan sanciones por ello.
Norwegian es otra historia. Vuelo a media mañana (la vuelta mas temprano) tranquilo con vascos, cántabros, canarios y franceses de proximidad.
Desde el check-in (que no te cobran por emitir la tarjeta de embarque en el aeropuerto), el embarque, la entrada al avión, todo muy eficiente. Estos nórdicos!
Los asientos se pueden reclinar, puntualidad británica (o nórdica?), una revista de a bordo (sólo en inglés) realmente interesante, más espacio entre asientos para las piernas (muchísimo mas que en Vueling, of course!) y azafat@s encantador@s.
Easyjet, no vuelo desde hace unos años me encantaba, funcionaban muy bien.
Vueling está envejeciendo regular tirando a mal. El verano pasado patinaron olímpicamente en la ciudad olímpica de Barcelona programando muchos mas vuelos de los que fueron capaces de gestionar y la última vez que volé de Bilbao a Madrid con ellos, el vuelo de las 9 de la mañana despegó a las 3, aunque los 250 euros de indemnización, previa reclamación, me llegaron a la cuenta corriente en unas tres semanas!
Otra cosa que me ha encantado de Norwegian es el marketing, incluidas las colas de los aviones personalizadas.
Mientras que en Iberia puedes leer que el avión se llama Miguel de Cervantes sólo si subes por escalerilla, en Norwegian toda la cola está pintada con el retrato de un personaje, incluid@s algún@s de l@s nuestr@s como Juan Sebastián Elcano, Clara Campoamor, Cristóbal Colón, Gloria Fuertes.
Pero aunque una compañía te guste más o menos sólo te servirá si puedes elegir. En muchas rutas las posibilidades de elección de compañías o de horarios están muy limitadas así que, muchas veces, “es lo que hay”.
El sector aéreo, con importantes cambios/inversiones estructurales, se ha adaptado estupendamente al low-cost, los hoteles pueden aplicar muchas de sus enseñanzas, como indicábamos en nuestro post anterior ¿Pueden aprender algo los hoteles de las compañías aéreas low cost?
Me quedo, mientras pueda, con Norwegian!