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Ken Follet llegó a Vitoria – Gasteiz el 10 de octubre de 2002 a dar una conferencia. Después de visitar las obras de restauración de la Catedral Vieja, la de Santa María, comentó «Ojalá hubiera conocido esta restauración a la hora de escribir “Los pilares de la Tierra”».
Ken Follet publicó “Los Pilares de la Tierra” (The Pillars of the Earth) en 1989, que se convirtió en el libro mas leído de la segunda mitad del s. XX. Tras la visita de la Catedral de Santa María, se inspiró en lo que vio para escribir la segunda parte de la trilogía, “Un mundo sin fin” (World Without End).
Actualmente está trabajando en la tercera parte de la saga, con el título “Una columna de fuego” (A Column of Fire), que será publicada en septiembre del 2017. Aunque la mayor parte de la acción de esta tercera entrega ocurre en Kingsbridge, algunos pasajes ocurren en Sevilla.
En “Los Pilares de la Tierra” Ken Follet nos lleva en un viaje por la historia de la construcción de la Catedral de Kingsbridge, a través de las vidas de Jack Builder, Tom Builder, Aliena, Ellen, …
La visita a la catedral se llama “Abierto por obras”, una frase que describe perfectamente el esfuerzo que están haciendo porque la catedral siga viva, de hecho actualmente ya se celebran misas, al estar terminando las obras en la zona de las cubiertas.
Ya en el exterior nos encontramos una bonita escultura de Ken Follet mirando a la catedral.
La visita comienza por fuera, por una casa adosada a la Catedral, dónde hay una primera proyección de introducción. Subiendo por una preciosa escalera de madera se entra en el subsuelo de la Catedral atravesando los muros, en el agujero que hicieron para pasar las tuberías de la caldera.
Entramos en lo que era el suelo, excavado para la restauración, donde ahora se encuentra el museo, inaugurado en verano de 2016. Allí hubo cerca de 2.000 enterramientos, algunos se muestran en el museo.
Son muy interesantes las tres maquetas en las que se ve la evolución de la Catedral Vieja, desde aquella fase de iglesia fortaleza, con su paso de ronda para vigilar el horizonte.
Ya subiendo al nivel cero, a la iglesia, nos encontramos con un suelo de madera de roble, pero en el altar el suelo es de caliza de Markina, de aspecto marmóreo, muy apreciado en toda la región.
En el s. XV lo que era una Parroquia se convierte en Colegiata y en el s. XIX en Catedral.
El origen de la restauración es una serie de circunstancias que se van acumulando y que ponen en peligro el edificio. El punto de inflexión es la caída de una piedra de la estructura al interior del templo, como en Los Pilares de la Tierra.
Ya hace siglos se sustituyó la bóveda de madera por una bóveda de piedra mucho mas pesada. En el s XVI se construyen los 4 arcos del miedo para reforzar la estructura. En los años 60 se quitan, y esto debilita la estructura.
Actualmente la visión de la nave principal está abombada, por las columnas pandeadas, un poco como si fuera un melón en vertical.
Esto se puede ver en alguna de las fotos y se nota especialmente en el paseo por el triforio, a mas de 20 metros de altura. Es una paseo muy estrecho por todo el interior de la nave, conectado con el paso de ronda, desde donde hacían guardia y vigilaban los defensores.
Desde el triforio, subimos a la torre que tiene tres cuerpos diferentes. La base rectangular del s. XVI, la siguiente es la octogonal del s. XVIII (arquitectónicamente se hace con unas trompas que multiplican por dos el número de lados) y la tercera es el chapitel del s. XIX. Desde la torre hay estupendas vistas a los 4 puntos cardinales.
Caminado hacia a la torre es donde nos vamos cruzando con los obreros que están terminado las cubiertas.
La visita termina en el pórtico, ya nos hemos quitado los cascos, donde hay una proyección muy interesante sobre la evolución de las pinturas a lo largo de los siglos.
Y saliendo de la Catedral, tenemos el restaurante El Portalón, un clásico que ha dado de comer a los vitorianos y visitantes desde el s. XV.
Además la Catedral Vieja de Vitoria está en la “almendra”, el casco histórico de Vitoria que tiene forma de almendra, y dónde callejear es muy agradable. Porque Vitoria es una ciudad para caminar.
Fotos: Eduardo Zulaica
Textos: Félix Zulaica
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