Jueves 10:00 am. Granada, parada del bus al aeropuerto de la Gran Vía, unas 12 personas esperando. Japoneses, italianos, uruguayos, …
El autobús al aeropuerto debería llegar en unos 20 minutos. Ya tengo los tres euros a mano preparados.
De repente para frente a la parada del bus un taxi, furgoneta de 7 plazas, baja la ventanilla del copiloto y el taxista y dice “Voy al aeropuerto directo, por 4 euros os llevo”
¿Qué harías?
Desconcierto. Los japoneses no entienden nada, la italiana pone cara de ¿qué pasa? Pero con interés.
Analizo la situación y recuerdo la bajada del aeropuerto en el autobús: esperas, maletas arriba, pasajeros que les envían al otro autobús para optimizar recorridos, más esperas en la parada de Catedral, … Creo que por un euro más merece la pena: tendré media hora más para trabajar en el aeropuerto e iré más cómodo.
Me animo, un paso adelante y le digo, “Yo subo”.
Efecto domino, la italiana se anima, la pareja de japoneses parece que lo ha entendido y suben y con dos más (¿uruguayos?) completa las plazas.
¡Viva la creatividad granadina y la agresividad comercial!
La operación del taxista me ha encantado, desparpajo, agresividad comercial con mucha corrección y educación, y finanzas. Nos cuesta un 33% más y a el la subida al aeropuerto le genera 6 personas x 4 euros = 24 euros, más o menos como una carrera al aeropuerto que no hubiera tenido, y, además, se queda en el aeropuerto para aprovechar los dos vuelos que llegarán en un rato: Barcelona (Vueling) y Mallorca (Air Europa). No hubiera conseguido ni la mitad haciendo carreras a “La Alhambriqui”, como le llama, a 5 euros cada carrera.
Además con el taxímetro corriendo (me olvide comprobar al final cuánto marcaba).
Subiendo hacia el aeropuerto de Granada le voy tirando de la lengua, que no hace falta mucho, y nos va comentando la brillante jugada.
El había trabajado antes en Ventas, lo tiene muy claro.
Lo más complicado de la operación es que el primero de el primer paso, los demás vienen solos. Hay que romper esa desconfianza, que crece con el desconocimiento del idioma. Ese “¿Será Jack el Destripador que por sólo 4 euros me hará picadillo?”
Otro de los temas que me llamó la atención es que no cobró hasta el aeropuerto. Genera confianza, es costumbre en los taxis pero, fundamentalmente, es un tema de logística: cargar rápido y salir pitando.
Mientras hablábamos yo les comentaba a la pareja de japoneses: “He is talking about the dynamics of this comercial operation”.
En resumen, me ha recordado nuestra dinámica de programar y vender los cursos:
- Seleccionar el momento de la programación, en esas fechas cuando los profesionales de hoteles –en cada zona- están no muy ocupados
- O cuando están necesitados porque entran en temporadas de demanda más baja
- Con unos precios algo más altos que el importe que van a bonificar por Fundae
- Yendo a buscarles, pocos vienen a buscarte (algunos si)
- A veces cobrando más tarde
- … y, por supuesto, explicando de qué se trata con claridad
Seguro que en tu hotel puedes hacer benchmarking y ¡aplicar las enseñanzas de mi taxista preferido de Granada! (seguro que las estás aplicando, algunas)
Probablemente si los taxistas que quemaban neumáticos en Madrid durante la Feria Fitur, tuvieran un 10% de la creatividad de este taxista de Granada, les iría mucho mejor.
Post Data: la semana pasada me pasó lo mismo en Marivent, Mallorca: estábamos Eduardo y yo con el trolley en la parada del bus (5 euros al aeropuerto, dos líneas y unas 15 paradas) y paró un taxista y nos llevó directos al aeropuerto por el mismo precio. (mayo 2019)
Félix Zulaica Aristi